domingo, 8 de febrero de 2015

UNA NOCHE DE ATROPELLOS Y DESMANES...

En esta historia he cambiado los nombres de algunos implicados. Sólo he dejado dos nombres FERRER y GUERRA, estos son reales. Hasta la próxima entrega...

FERRER.

Fue un 17 de Febrero, el año se los debo, pero sería por los últimos años de la década de los 80`s. Lo recuerdo muy bien porque celebrábamos en cumpleaños de mi hermana segunda. Que fue toda una odisea  de convencer a la bisabuela para que nos dejara hacer la fiesta en casa.

Sería la primera fiesta en casa de nuestra generación, ya que en las anteriores, fue una casa donde se bailó bien y de lo lindo. Logramos convencer a la bisabuela y celebramos a media luz el cumple de la Betty mi hermana. Para las 12 y pico de la noche empezó la fiesta a hacer agua.

La  bisabuela comenzó a ponerse nerviosa por la hora,  ya estaba malita y fuera del frío. Y como se las calzaba esta venerable anciana, para hacernos pasar vergüenzas delante del personal, a mi hermana y a mi, así que no nos quedó más remedio que desalojar el campamento y partir. La fiesta terminó cuando mejor se ponía. Así que no quedó más que recoger los tambores.

Una parte de la tropa que festejaba decidió irse a sus casas, y otros tantos en los que me incluyo, decidimos salir a ver que quedaba en el pueblo abierto para seguir festejando. Mientras nos acercábamos al Circulo Social escuchamos que había parranda en el cabaret, así que decidimos encaramarnos a las alturas del cabaret y disfrutar de la parte que más me gustaba a esa hora, bailar.

Llegamos a la puerta de abajo y con suerte encontramos al portero, éste nos franqueo la entrada y todos contentos reíamos. Subíamos las escaleras, y ya en el ultimo escalón, y en las misma puerta del cabaret, choqué casi de frente con un personaje que me borró la sonrisa de la cara. tenía muy mala relación con un jefe de sector, a cuenta de molestar y provocar situaciones para aprovechándose de su traje.

Era a la última persona que hubiera querido encontrarme, y razón tenía en aquellos deseos. me miró a la cara y escuché con toda la sorpresa que me decía en un inglés raro, que ni la fonética puedo ayudar get out perra. No me podía creer lo que escuchaba, pero escuché perfectamente lo que quiso decir: get out perra.

Yo alucinaba, un policía diciéndome aquellas palabras, delante de testigos. Me le planté enfrente  de su cara y acercando la mía le respondí : get out perra. la resingá de tu madre. Ya sabía que detrás de mis palabras se iba a montar la gorda, y así fue. Aprovechando que estaba rodeada de policías, los "amigos" que venían conmigo, a mi espalda, iba a provocar un escándalo. Y así fue...

Me bajan la escaleras a empellones, sin consideración alguna. La música del cabaret dejó de sonar, medida que se tomaba cada vez que habían problemas, como precaución a los hechos que estaban pasando. Entonces mientras casi de cabeza me bajaban las escaleras, los policías, pude escuchar una voz a mis espaldas que le gritaba a uno de los dos policías que me conducían. Precisamente estas palabras iban dirigidas a el causante del altercado:

Oye Ferrer, gritó una voz :sabes que eso no lo puedes hacer. FERRER, FERRER, seguía gritando aquel hombre al cual no le podía ver la cara. Hasta que adelantándose a nosotros bloquea la puerta exterior del cabaret para detenernos. Es entonces que Ferrer suelta mi brazo se para a   discutir los derechos que tenía.

Su aliento a bebida lo delataba y así se lo hizo saber el hombre que de decía en estos momentos y muy en voz baja, cobarde, lo fuistes entonces y lo eres hoy.

Fue entonces que le vi. Era aquel teniente de las FAR, que en muchas ocasiones nos echábamos unas risas mientras esperaba su autobús. Un tío súper guapo, de esos que hacen temblar a una mujer, con su presencia. Le conocí muy bien. Encantador y todo un caballero.

Pude escuchar y esta vez no bajito, como le dijo en su cara, fuiste un abusador en las FAR, y ahora eres un abusador en el MININT, y además de mujeres.
No te metas en esto, respondió Ferrer...
Enfadado pero sin la debida energía para responder a aquellas palabras que le escupían en toda la cara el otrora compañero en lo militar.

Estás abusando de poder y de fuerzas con una mujer que no te ha echo absolutamente nada, he presenciado el incidente desde que empezó. salía del baño y me disponía a bajar cuando escuché las palabras que le decías a Dignorah, y todo cuanto le acaban de hacer bajando las escaleras. Que sepas y sepan tus compañeros que le voy a servir de testigo en caso de que quiera acusar, y si no les acuso yo directamente.

Y yo también seré testigo, se  escuchó una voz de mujer.
Era Yolanda, una trigueña o mulata, esposa de uno de los jefes de sector del barrio, y mi amigo de la niñez, Alfredo.

Ella encaraba a su marido y le decía: No puedes permitir este atropello, si no te metes tú, me meto yo, así que tú escoges.

Alfredo me aconsejó calmarme a lo que le respondí, calmarme, calmarme, ya me conoces Alfredo, ya me conoces y este tipo se le fue la catalina conmigo, y muy bien ida. Mariconadas conmigo no, está bebido y abusando del poder, no me da la gana.

Tranquila, tranquila,

Mientras en jefe de sector mayor, Miguel, me tomó del brazo y me dijo que estaba detenida. Como si no lo supiera ya, comenzamos a andar. Era negro y de pequeña estatura. Hablaba poco. Ferrer y Guerra mi teniente paladín, quedaban algo rezagados detrás quedaban discutiendo. El sector(comisaría de pueblo) nos quedaba a 150 metros de donde pasó el insidente.

Se adelanta Ferrer y vuelve a alcanzarnos y para lucir su dominio y que todos vieran que iba arrestada apuraba mi paso mientras me empujaban. A todas estas el teniente de las FAR ahí seguía. La noticia del incidente se esparció como la pólvora, cuando llegamos a la entrada del sector enfrente ya estaban parados algunas caras conocidas,  y otros venían llegando.

ABUSADORES, ABUSADORES,ABUSADORES, se pudo escuchar y cada vez más alto. Otro empujón para apurar el paso y llegar a la puerta del sector antes que se reúnan  más personas fuera, le escuché decir a Miguel, que se adelanta para abrir la puerta.

Nunca pensé que se pudiera armar la que se armó. Al intentar cerrar la puerta a mis espaldas, algo bloquea la puerta. Es el teniente Guerra, que poniendo su medio cuerpo y todo un pie dentro dice: A ella le detienes porque contestó lo que te debía contestar y a mi no me detienes y eso que te he dicho que eres un cobarde y siempre serás un cobarde.

 Y fue la mecha que prendió el polvorín. Ferrer al verse descubierto por las palabras del teniente, se hace el guapo, levanta la mano con la idea de pegar con pegar con la tonfa a Guerra, craso error y hasta de cálculo. Ni tiempo le dio el teniente, sus reflejos fueron mucho más rápidos que la mano de Ferrer. En el aire le atrapó la mano y se la retorció,ahí empezó la golpiza de estos dos.

Miguel me empezó a provocar. Pude sentir el aliento que despedía, otro que bebía, así que le encaré,  le dije que era cómplice de un borracho, y que el lo era también. Me empuja hacía atrás me doy en la espalda con una mesa.

El dolor me provocó una furia indescriptible. Esa que ya conocía y muy bien, cuando sentía mi sobre vivencia amenazada por personas que creían que podían violar las leyes, cuando eran precisamente ellos los que tenían que velar por esos comportamientos y no precisamente fomentarlos.

Como les dije antes, el jefe de sector mayor era de pequeña estatura, un punto a mi favor. El factor sorpresa que le causaría al encontrase con una mujer que pega como un hombre lo iba a desestabilizar por un buen rato, segundo punto a mi favor. Momento que aproveché para ponerle toda mi bateria de golpes, sobre todos en la cara.

Para que describir la golpiza que le di, si basta con resumir, que no le di con la pata del televisor porque no quise, recordé que después tendría que pagar el televisor como nuevo. Pero un cenicero de piedra siforé rustico que vi en un momento encima de la mesa no corrió esa suerte. le agarré y le metí el cenicero en toda la cara.Miguel pegó un grito enorme, no se lo esperaba.

Mientras afuera, medio pueblo gritaba, al sentir los golpes, sin saber lo que estaba pasando a puertas cerradas. ABUSADORES, ABUSADORES, LE ESTÁN PEGANDO A DINORA, ABUSADORES. Se escuchaba. Una enorme piedra vino a impactar en la puerta del sector, provocando un ruido enorme. Cuando se escucharon a lo lejos unas sirenas. Llegaban los refuerzos que se habían pedido a la Séptima Unidad Policial.

No sé cuanto tiempo duró aquella riña dentro del sector, porque perdí el conocimiento. Ferrer me dio con la tonfa en el mismo centro de la cabeza. Sentí un dolor indescriptible. Ya lo otro que vi, fue incorporarme. Me había desmayado del dolor, cuando fui consciente de lo que había pasado, me encontré sentada en el suelo, con una de mis piernas, volteadas hacía atrás, pegada en la pared.

Cuando miro a mi alrededor reponiéndome del golpe, ubicándome en tiempo y espacio, me encuentro con la mirada de un integrante de mi familia, que como consejo me da no buscar problema con la policía, claro, a mi consejos y a la policía, bebida.

Se calmaron los ánimos. Algunos policías hablaban en voz baja, las puerta ya abiertas dejaban ver aún a un grupo de amigos que aún aguardaban el desenlace. El teniente Guerra contaba lo sucedido. Bueno, hora de ir a la comisaría, así que no quedaba más que decir como aquel mariconcito le dijo a la policía cuando era conducido arrestado a la unidad más cercana : "Cocheros a palacio "...

Una vez en palacio, unidad (comisaria)veo que  mi noche no va a ser mala, ya veo dos o tres caras conocidas entre los policias. Se acerca el calabozero, nada más y nada menos que el Ernesto, un vecino de casa: Que Dignorah, haciéndonos la visita?. Claro Ernesto, pá no perder la costumbre, respondo con una sonrisa.

Nada, lo habitual, me tomaron declaración y me guardaron por unas horas en el calabozo. de más está decirles que como siempre, le di la nochecita al Ernesto, me puse a cantar a esa hora, despertando a los inquilinos de los respectivos calabozos. Que me pusieron más que verde desde sus espacios por venir a perturbar sus sueños.

A la mañana siguiente ya eran más de las 11 y media de la mañana y me empezó a preocupar larga se está haciendo mi estancia en el calabozo, cuando otras  veces que había pernoctado por aquellos lares, me daban la pata temprano. Sobre las 10 de la mañana vienen a buscar al teniente Guerra, y antes de salir me dijo:

Despreocupate que yo no me voy de aquí sin ti, te espero fuera.

Antes de marcharse a casa, y después de la nochecita que le di a mi buen amigo Ernesto, carcelero y vecino viene a  avisarme que van a soltar al teniente. Pero que este no se quiere ir sin mi, que va a meter una queja que se van a cagar todos los que participen en la comedia. No había terminado mi amigo de decirme cuando escucho que le dicen, se va, ya que estaás ahí, abrele tú mismo.

Una vez a fuera me encucentro a Guerra, el teniente. parecía que aún no callaba. Al verme viene hacía mi y me da un abrazo, me pasa la mano por la cabeza, uffff, recordó el dolor. Justo entra la guardía militar que debía rescatar a Guerra de las fauces del Minint. Cuando una escena muy graciosa me hizo reí y mucho.

Se presentaban dos militares, que al reconocerle se cuadraron ante él con sonrisas en sus bocas.  frente al teniente dos soldado, un raso y un cabo. Guerra se volvió hacía mi y me dijo, ya somos libres. En caso que te ocurra algo, aquí tienes el número de teléfono de la unidad donde trabajo ahora. Nos despedimos.

Cuantas gracias le di a esta persona por aquel gesto, me hizo sentir importante. Y todo, por unas noches que mientras esperaba un autobus, una negrita muy salda, le sacaba de sus problemas de mili, a un soldado razo.

Ahhhh, decirles, que ni juicio hubo, y que menuda paliza le di a a quel jefe de sector Miguel.

De echo de este mismo personaje tengo una anécdota muy graciosa. Como les conté, estos hechos ocurrieron por los 80`s. Pues el el 2002, pasé por la Septima Unidad, a poner una denuncia. Y mientras esperaba en el salón de espera, leía un papel que me habían dado en vivienda. Tengo la sensación de que alguien me estaba mirado. me vuelvo a mi derecha que estaba mi entonces marido, no me está mirando.

Levanto la vista y es entonces que chocaron nuestras miradas. Parado en la puerta de la comisaría, está aquel jefe de sector a quien le pegué hasta con los bonos de la gasolina. Me miraba.

Era una mirada rara, conociéndo lo hechos del pasado. Clavé mis ojos en él, buscando que lo motivaba a mirarme de aquella manera. No sé si la telepatía existe, me volví a ver en aquel momento de nuestra vidas, y sé que el también lo sintió. Giró su cuerpo y me dio la espalda.

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