Me ha venido a la memoria una anécdota muy cómica de dos amigos. Era por aquel entonces fanatica a trasnochar, alguna que otra vez subía al pueblo y a esa hora no había nadie sentado en la habitual esquina. Y este fue un día de esos. Vi que se acercaba la 35, ruta que cubría desde el Lido hasta Artemisa. Y me dije, me voy a Caimito a ver a mi amigo, le voy a llamar Armando.
Gay y fiel trasnochador, sabía que le encontraría sentado en el bar del pueblo tomando té. No faltaba ni aunque estuviera enfermo, así que no tenía que preocuparme si me daba el viaje en valde, de lo contario, bajaba a su casa a verle. Me monto el la 35 y allí me encuentro con otro de mis amigos, también, gay.
La guagua venía llena a esa hora, casi era la última de la confronta. Nos saludamos y me dice:
__niña, sigue de largo que estoy calentando con ese guardía__:
Más allá había un recluta. El chofer apaga la luz tan pronto sale del pueblo. No había pasado ni diez minutos cuando en la penumbra veo un brazo que casi vuela en el aire, y unos movimientos, allí por donde había dejado a mi amigo.
Llegamos a Caimito donde los los nos bajamos. Bajo primero y le espero justo al pie de la escalera, pá que me cuente que había pasado por allá alante. Se baja el maricón haciéndo ejercicio con el brazo y cuando le voy a preguntar me dice:
__Puta, me paré al lado del guardia porque pensé que me estaba fleteando y cuando me le tiré a la portañuela, tenía aquello que se le quería partir, y era enorme. El que venía sentado parece que se llevó el pase y el guardía lo vio, y acto seguido me ha cogido de la mano que casi me saca por la puerta de atrás. Pero bien valió el tiron de brazo. Tú sabes que soy tragona, pero en mi vida había visto y sentido, semejante aparato__
Cuanto le contamos a nuestro amigo, éste desternillado de la risa, casi despierta a medio pueblo, para terminar diciéndole.
___ "maricón, tú te atreves", un día de estos vas a amanecer con la boca llena de hormigas en una cuneta__
