martes, 15 de marzo de 2016

FLECHAZO EN MARRUECOS

Hoy sin ni siquiera pensármelo dos veces compartí como foto de llegada una foto de mi viaje a Marruecos en el 2008. Y esta foto que comparto, es del mismo día, pero del 2015. Coincidencias, casualidad,magia?. Allí por primera vez en mi vida, sentí eso que llaman, flechazo. Mientras escogía la foto del saludo, le eché una mirada a la foto, de aquel que me flechó fue algo indescriptible.




Os cuento...
Habíamos alquilado una casita en Assilah, propiedad de una chica vasca, que está casada con un chico marroquí desde hace más de 30 años. Assilah es un pequeño pueblo costero a 35 km de Tánger. decidimos desde ahí visitar Rabat y conocer los pueblos que se los hacían camino.

Así que decidimos entrar en Larache. Por una extraña razón la entrada de la localidad, el lugar llamó poderosamente mi atención. Una hilera de árboles a ambos lados de la calle, me trajo a la memoria,  otro lugar allá en mi querida tierra. Es increíble como un lugar que vemos lejos de la tierra se nos puede parecer y nos puede traer de vuelta, unas sensaciones magnificas al recordarlo

El olor a chuletillas de cordero entró por la ventana e invadió todo la furgoneta y todo mi ser. La boca se me hizo agua, salivé, a más no poder.  Así que propuse quedarnos en el lugar a comer, ya el mediodía había pasado y había hambre, con gusto aceptaron.

Hicimos nuestro pedido y el camarero nos indicó la mesa, mientras que llevaba la carne  al cocinero. Decidí sentarme de cara al sol, mientras que mis acompañantes, no acostumbrados a tan fuerte sol deciden sentarse de espalda. El olor a carne asada al carbón se hizo más intenso. Para olvidar el hambre que tengo, me dispongo a hacer unas fotos.

Observé el lugar, efectivamente, aquella calle me volvía a llevar en recuerdos. Hice un peine con la mirada, ya pasaba de largo cuando el perfil del cocinero llamó poderosamente mi atención. Que bello negro, era perfecto aquel perfil. Así que sin que se diera cuenta, saqué mi cámara y le robé una foto.

No sé cuanto tiempo estuve mirándole, habrá pasado poco tiempo, pero al ser tan intenso, pudo parecer una eternidad. El chico seguía  atareado en sus quehaceres. Me deleité mirándole a hurtadillas. No sé lo que pasó, algo extraño, que me dejó ensimismada, atónita, pasmada, sorprendida, anonadad, extasiada.
Sin poderlo poder explicar todavía  hoy. el chico levantó su mirada, me miró directamente a los ojos. Y allí se encontró con los míos, me produjo una sensación extraña, sentí como algo entró en mi interior que me hizo  estremecerme y pude sentir como una energía chocara conmigo, consiguiendo moverme.

Movimiento justo que me hacía volver  a la realidad, estaba acompañada, sentí vergüenza de aquello que había sentido. Sentí culpabididad por el sentimiento que me acababa de traspasar. Me sentí culpable,  una de las personas que me acompañaba, era mi marido, al que amaba.

Llegó la comida y olvidé el incidente. las costillas de cordero estaban divinas, divinas. Comí hasta saciarme. Una vez que retiraron los platos, pedimos el café directamente, de postre nada. Así que mientras que traían el café  aproveché  para acercarme a un artesano que  exhibía unas ánforas preciosas. Justo al lado de donde trabajaba el causante de mi desazón interior. Evitando con él todo  contacto visual.

Con el rabillo del ojo le veo salir para dirigirse a un puesto de fruta que está no más cruzar la calle. Y le veo regresar con una caja de fresas en sus manos. yo sigo mirando la artesanía como si nada, no quiero delatar mi sentir, ni tener contacto visual alguno. Sin embargo quiero que me mire.

Me avisan desde lejos que el café está en la mesa, caminaba con la vista fija en mi mesa. me senté, iba a dar mis primeros sorbos al café cuando veo que el chico que me cautivó, sale de su puesto se acerca con dos platos, hago como que bajo la mirada. Se acerca a una mesa donde hay un señor, le pone el plato en la mesa y le dice unas palabras.

Acto seguido dirige sus pasos a nuestra mesa, no quiero levantar la mirada, pero la levanto. Mira´ndome profundamente a los ojos, extiende su brazo y me ofrece el plato de fresas que trae en sus manos y me dice en castellano. "Bienvenida al Magreb".

Como no habían más clientes aprovechó para fumarse un cigarro, justo dentro del restaoran, sentado en un lugar donde daba el sol contra el cristal, no le podía ver apenas, pero las veces que fijé la vista, allí le descubría mirándome fijamente. Con necesidad de ir al baño mi amiga y yo, allí me siguió.Me mantuve distante, él sintió la distancia y la respetó, aunque algo dijo mientras nos alejabamos, no lo entendimos

Antes de marcharnos le pedí por favor hacerle una foto. Aceptó, miró directamente a la cámara, levantó el mentón y cruzó sus brazos sobre el pecho. Nos despedimos y prometí un día llevarle la foto, ojalá algún día pueda volver a Marruecos, y poder compartir momentos con todos los amigos que allí hice.
Nada, una historia que viene hilvanada por la foto de Buenos días, que me trae recuerdos muy lindos que me apetece compartir con ustedes, mis amig@s de un día sí, y otro también...