miércoles, 17 de febrero de 2016

50 PRIMAVERAS DE BETTY...

Hoy, 17 de Febrero, cumple años mi hermana segunda. Nada más y nada menos que 50 primaveras. Si sus cumples son sonados en la familia porque los celebra todos. Ya arribar al medio siglo, no quiero ni contarles la que puede armar, esta señora hoy en su 50 primaveras.

 Para todos llegar a la media rueda es todo un acontecimiento, ya que arribamos a una edad bastante significativa.Pues para ella, será un gran acontecimiento. Si, gran acontecimiento. Nació con una enfermedad bastante complicada, que sólo le garantizaba unos escasos cinco años de vida.

Caminó erguida ya cuando tenía 6 o 7 años de vida. A cuenta de su enfermedad fue consentida, mimada en excesos, diría yo. Pero ante una enfermedad de un integrante de la familia.  ¿Quién no lo haría?. Y los padres más. Nunca se rinden cuando un hijo, está enfermo,  batallan y hacen lo que sea necesario para salvar la vida de este retoño. Y mis padres no fueron menos.

Betty no salía del hospital, entraba y salía. Hasta mis días he escuchado que un médico se le acercó a mis padres y les dijo: lo siento, hemos hecho todo lo posible, yo que ustedes, también la miraría por el otro lado. Se refería al brujo, como muchos por aquel entonces le decía a la religión.

Mi familia, que ambas traen por ancestros la religión yoruba, y la profesaban, no se demoraron y ni siquiera dudaron ni un sólo momento. No más salir del hospital,  llevaron a mi hermana a que la viera alguna persona que se dedicaba a esos menesteres.

Llegué al mediodía de la escuela y no veía a mi hermana por  ningún lado. Que raro. ¿Se habría puesto mala nuevamente?. Me alarmé, no hacía más que unos días había regresado a casa, después de casi un mes en el hospital. Además, antes de irme a la escuela en la mañna le dejé de buen ánimo.
Así que mi primera observación y pregunta a la bisabuela Basilia,  no se hizo esperar.

Mima, Betty donde está, se puso mala?.
No salió con tu mamá, a dar un paseo. Por cierto, de ella misma te quería hablar. Pá leerte la cartilla, pá que no te coja de susto. Y para que no molestes a tu hermana. Tu hermana trae un nuevo integrante a la familia, pá que la ayude a caminar.
__-Es una enfermera?___
No, no es una enfermera, ya lo verás__ Contestó la bisa y siguió en sus quehaceres. Yo como era hábito me fui a la habitación a quitarme el uniforme de la escuela. Me puse mi shorts y salí corriendo por la puerta de la calle, ya la cuadrilla me esperaba afuera.  El centro de reunión y zona de juegos de la cuadrilla, era la misma esquina donde vivía. No más posé el culo en la acera, allá sentí los gritos de Basilia
___ Dinorahhhhh, entra y ponte una blusa y los zapatos, que eres hembra. Grito de todos los días, todos. Ni puto caso. Me preguntaba porque los chicos jugaban sin camisa, y yo no. Siempre escuchaba la misma respuesta : ellos son varones y tú eres hembra. Me la sudaba, y tanto era así, que hasta casi mis 10 años andaba en braguitas o shorts por la calle. Con lo bien que se estaba sin tantas ropas, con los calores que había.
El centro de reunión de la cuadrilla era la misma esquina donde vivía. Así que en una de esas que levanté mi cabeza, vi venir a mi madre con Betty. No veía por ningún lado al acompañante de Betty. Seguí hablando con la cuadrilla mientras estas se acercaban. Volví a  levantar la vista, apenas nos separaban unos escasos dos metros, de donde la tropa y yo, estabamos sentados.

Ummm, le miro la cara a la Betty, trae cara de pocos amigos. Mi madre traía a mi hermana de la mano, ésta se resistía a caminar, e intentaba darle algo que traía en su mano a mi madre, que se negaba a tomarlo. A principio no distinguía bien de que se trataba. Echo vi vista de aguilucha a la mano de mi hermana para ver de que se trata, cuando descubro un pequeño patito.
Enseguida pensé que  alguien le había regalado el patito, le solían hacer regalos, familiares y amig@s con fr
ecuencia, así que no meparecióo extrañó. Lo que si me parecio extraño,  fue ver el apretón que le metió Bettt al pequeño patito, no más pasar por nuestro lado. Vaya pensé, ya le dió el puntazo a esta y la cogió con el pobre patito.

Los gritos de Betty en el interior de la casa, me hicieron levantar mi culo de la acera, con mucho interés, pero sigilosamente me acerqué al comedor sin hacerme notar. No fuera aser que me mandaran a poner blusa y zapatos. Me parapeté detrás de la pared que delimitaba el  salon, del comedor. Allí quedé a la escucha para saber quien le había regalado el pato a Betty
Que por lo visto, el patito era el causante directo del berrinche monumental de mi única hermanita, por aquellos entonces. Y de que se escuchasen casi al uninoso las voces de mi madre y la bisabuela, primero, tratando de convencer y ya después con cojones, que allá donde fuera, debía llevar al patito, incluida la escuela.
Claro, cuando aquella escuchó esto, le dió uno de esos ataques que siempre le daban cuando quería conseguir algo. Se tiraba en el suelo, resistía, lloraba, pataleaba, se retorcía, chillaba. Por lo que podía escuchar desde mi escondrijo, esta vez mi hermanita no se saldría con la suya.
El mantengo y sostengo de mi madre y la bisabuela, de que tenía que llevar el patito  allá donde estuviese fue rotundo y contundente.

No entendía nada, así que salí detrás de la pared y  mi metí la cuchareta
___Si Betty no quiere el patito, dámelo a mi, yo lo crío__

Uyyyy, fue como si hubiera dicho algo malo. La bisabuela me miró y me dijo: Tú vete pá afuera y no te metas en lo que no te importa, ya te leí la cartilla.

Ni me moví, seguía sin entender de que iba tanto rollo con el patito, solo recordaba el apretón que Betty le dio al pato, cuando pasó por nuestro lado. Y no tuvieron que pasar muchos días para enterarme, de la misión del patito, el nuevo integrante de la familia. Ya sabemos tod@s, porque tod@s fuimos niños lo curiosos, preguntones y crueles que solemos ser en esas edades.

Recuerdan cuando les comenté que mi hermana comenzó a caminar con 6 o 7 años. Nació con una enfermedad que la limitaba su locomoción, siempre tenía dolores en los huesos. Además de tener la hemoglobina siempre muy baja. Lo que le provocaba estar ingresada cada cierto tiempo. Transfunsiones de sangre, van y vienen, puncioness, oxigeno. Casi siempre su reporte era grave.

Es una enfermedad que sólo se da en la raza negra, al menos esos dicen. Así que cuando alguien de raza blanca padece esta enfermedad puede ser un claro  indicio casi errevocable, de que su familia proviene de raza negra. Siclemía es su nombre.

Pues por esas edades de 6 o 7 años caminaba aún con mucha dificultad por su dolencia. Que no la hacía exime a ser  motivo de burlas primero, por su forma de andar.  Entonces, ya ahora, con un patito en la mano, blanco de burlas, seguro. Motivo por el cual no quería asistir a clases. Los amig@s del barrio y yo teníamos en cuenta su enfermedad. Pero no así los compañeros de clase.

En nuestra niñez había un juego que cantabamos que se llamaba la cojita.  Sus compañeros de clases  se la cantaban no más verla: ¿"Donde va la cojita que mira un fli que mira un fla? . Voy al campo a buscar violeta, que mira un fli, que mira un fla. Y contestaría a quien le tocaba hacer de cojita. Voy al campo a buscar violetas, que mira un fli, que mira un fla.

 Pobres patitos, la de apretones que tuvieron que soportar mientras crecian. Si patitos: porque fueron varios.  Una vez que cumplian su misión, debían de llevarlo al mar, y allí soltarlo. De toda esta historia , sólo sé que Betty mi hermana camina hoy, más que caminon, y mira que caminon, caminaba. Que ha caminado y llegado hasta su medio siglo, con mucha lucha, desvelo, energía, fuerza interior. Luchadora donde las haya, con el rezago en su alma, de aquellos primeros años de su vida.

Ahhh, si alguien sabe el significado de que mi hermana tuviera que llevar el patito. Soy toda ojos y oídos. La niña que fui sigue preguntona, despierta, una pena que no pueda hoy sin blusa

Larga vida hermana mía, mucha energía, salud, prosperidad, amor. Que la vida te regale toda la dicha de este mundo. Que por muchos años sean nuestras descargas. Esos mano a mano echos canciones que durante muchos años de nuestras vidas nos han acompañado, entre unas cervezas y unos cuantos rones.




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